Hace miles de años se investiga acerca de qué puede aportar la filosofía al quehacer jurídico, sin tener en cuenta que es la base de la reflexión de esa disciplina. Descubre cómo se relacionan la filosofía y el derecho y por qué son dos caras de una misma moneda.
“La Filosofía no es una disciplina de segundo orden que tenga por objeto el razonamiento jurídico ordinario, sino que ella misma es el nervio de la reflexión sobre el derecho”
Ronald Dworkin.
¿De qué manera puede, la filosofía, ayudar al operador del derecho? ¿Qué relación, consciente o inconsciente, tiene el abogado con este campo de estudio tan antiguo como el mundo mismo? Lo cierto es que la filosofía ha cumplido un papel fundamental desde tiempos remotos en la indagación y reflexión del fenómeno jurídico.
Ha tenido la misión de enjuiciar y poner en manifiesto e interrogación la naturaleza, legitimidad y los conceptos que surgen en el mundo jurídico. Con frecuencia, el abogado lo da por supuesto, sin percatarse de todo aquello que la filosofía le aporta al campo jurídico, siendo de suma necesidad para el practicante de derecho.
La filosofía facilita la comprensión de lo jurídico, permite desarrollarlo y operarlo de forma honesta.
El derecho tiene una base de reflexión filosófica. Su origen se establece en los inicios del quehacer filosófico, cuando los griegos se enfrentaron con los fenómenos jurídicos. Las instituciones legales estaban ligadas a los creadores de la filosofía. Se emprendieron intensas investigaciones acerca de la naturaleza del derecho y la justicia mucho tiempo antes de que existiera una filosofía ligada al derecho.
La filosofía cumplió un papel fundamental en lo que respecta a la consolidación de Estados republicanos y estableció las bases de las Constituciones y los Derechos del Hombre y del Ciudadano. El infatigable y arduo trabajo de Voltaire, Diderot y Rousseau, entre otros no puede omitirse y el verdadero jurista no puede perder contacto con la filosofía.
Es ese campo de estudio el que resulta indispensable para poder ejercer la verdadera ciencia y situarse frente a problemas no científicos jurídicos. La plenitud humana es inmanente al derecho y la ciencia no puede descubrirse sin otorgarle el valor a la filosofía que esta posee.
El objetivo de la filosofía con respecto al derecho es la puesta en cuestión de la naturaleza jurídica y su legitimidad. Indaga acerca de qué es lo mejor para la convivencia social, investigando el principio espiritual y ético en el que se constituye la experiencia jurídica.
Es el derecho como experiencia. No puede reducirse a una simple teoría o gnoseología ni puede concebirse lo jurídico como una práctica no iluminada por la reflexión.
Se puede invitar a la reflexión a los estudiantes o futuros estudiantes de derecho mediante las siguientes nueve preguntas:
Hay que entender que los expertos en derecho deben tener presente cuán complejos son los conceptos mencionados, siendo necesario que se replanteen si se tiene una comprensión adecuada de los mismos.
Por lo tanto, se concluye que la filosofía debe concebirse como una herramienta que acompaña al derecho y por consiguiente al operador jurídico, ya que potencia y desarrolla la capacidad de reflexión crítica del abogado.
La filosofía facilita al abogado una práctica de su profesión reflexiva y vivenciada. Busca construir un mundo en el que sus aristas, naturaleza y sociedad, puedan intercalarse con el concepto humano para crear un mundo habitable, ameno, sostenible y en constante evolución. Solo de esa manera se podrá gestar la liberación y autorrealización de la humanidad.
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